miércoles, 25 de enero de 2012

Nostalgia

Lo acontecido anoche en Miranda del Ebro es la clara muestra de la grandeza del fútbol. Media España se paralizaba en los minutos finales del encuentro de Copa del Rey entre el Mirandés (segunda b) y el Espanyol. Estoy segura que muchos futboleros cantaron el gol de Caneda en el minuto 92 que daba el pase a las semifinales del torneo. El equipo de Pouso demostró que los milagros existen.

Mientras disfrutaba de las imágenes de una afición enloquecida y unos jugadores flotando en las nubes, resultó inevitable acordarme de la Unión Deportiva Almería. Con la piel de gallina, en mi cabeza bailaban las imágenes de los goles de Ulloa que lo dejaron pichichi de la competición o los paradones de Estaban, hombre clave de la gesta. Nostalgia.

Hasta alcanzar las semifinales, los almerienses ganaron sus seis partidos y de forma espectacular. Mientras que en liga no lograban buenos resultados y la tragedia del descenso se avecinaba, la Copa nos quitaba las penas. Entre tanto, la afición se dividía. La mala trayectoria liguera hacía pensar a muchos que el torneo del KO sólo iba a despistar al equipo de lo realmente importante, la permanencia. Sin embargo, otro sector era de la opinión, que me quiten lo bailao. Y es que para un club como el Almería llegar tan lejos en la Copa del Rey era una proeza que pasaría a la historia.

Me supo mal en aquellos momentos que no se le diese la importancia que realmente este hecho ha tenido para fútbol almeriense. Es cierto que todo se vio empañado por la pérdida de categoría, pero no está de más sacar pecho y contar que a pesar de eso, los rojiblancos alcanzaron unas semifinales dejando en el camino a la Real Sociedad, Mallorca y Deportivo de la Coruña. Fue algo histórico para la ciudad.

Que nadie se olvide de esa noche de febrero de 2011 cuando el segundo equipo con menos presupuesto de primera lograba la hazaña para más tarde cerrar el capítulo ante el Barcelona, no hace falta decir más. Que nadie se olvide.

miércoles, 18 de enero de 2012

Hasta aquí

Como cada año el turrón regresa por Navidad y el debate de si conviene seguir compitiendo en la Copa o no vuelve a saltar. Debo reconocer que mi opinión con respecto a este tema ha cambiado. Siempre he pensado que para los equipos humildes la Copa del Rey es una oportunidad de hacer caja y por qué no decirlo, hacer historia. Está claro que esta vez las circunstancias son diferentes y por lo tanto las preferencias también.

Estoy harta de escuchar por parte de los detractores de esta competición, que lo único para lo que lo sirve es para distraer a los equipos de lo verdaderamente importante. La temporada pasada quizás les tuvimos que dar parte de razón. El Almería hizo su mejor actuación, alcanzando las semifinales ante el Barcelona. Dado los malos resultados en liga, la Copa fue lo único que mantuvo la ilusión entre los aficionados rojiblancos. Me da una pena tremenda que esa buena actuación se haya quedado en el olvido por el tremendo fracaso de bajar a segunda división.

Difiendo que este torneo es la gran oportunidad para que los equipos “pequeños” se den a conocer un poquito más y alcancen el sueño preciado de ganar un título, pero este año las cosas han cambiado en la Unión Deportiva Almería. Si ya en liga, a Lucas Alcaraz se le puede hacer cuesta arriba alinear un once, debido a la corta plantilla rojiblanca, la fuerte competencia que presenta esta temporada la segunda división no da lugar para despistes.

El Almería tiene que pensar que ha llegado hasta aquí. Ante Osasuna ni mucho menos se debe tirar el encuentro a la basura. Es momento de dar minutos a jugadores como Omar que llegó con la hora cumplida y aún no le hemos visto a penas tocar balón. También es momento de dar continuidad a la pareja Ulloa-Goitom para que el rodaje sea mayor y sobre todo para que el sueco se sienta más cómodo y encuentre el gol. Por último, es momento de dar oportunidad a algún jugador del filial que no haya debutado con el primer equipo…momento de muchas cosas, menos de pasar la eliminatoria.

Sin vergüenza por la vida

Lo de los árbitros ya clama al cielo. Siempre se dice que los colegiados te quitan pero también te dan. Sinceramente pienso que desde la temporada pasada estos señores se ríen de la Unión Deportiva Almería. Ya desde el club se denunciaron hasta 18 jugadas, en las que los errores arbitrales le privaron de entre 12 y 15 puntos. No me gustaría pensar que este año continuamos con la misma dinámica, pero es que es muy fácil pitar en el Mediterráneo…y se nota descaradamente.
Si nos centramos en esta temporada, los números hablan por sí solos. En 16 jornadas de liga, los árbitros han señalado al Almería tres penaltis a favor y el doble en contra. Hace dos fines de semana, ante el Deportivo de la Coruña, nos pitaron dos bastante rigurosos. Me cuesta recordar algún partido en el que hayan señalado a un mismo equipo dos penas máximas. Si el tema estaba calentito, este pasado sábado Vicandi Garrido se llenó de gloria. Tanto el colegiado como el linier se hicieron los suecos tras un claro agarrón de Mora a Leo Ulloa. Este nuevo error arbitral echa más leña al fuego al eterno debate sobre si nos perjudican o no.
Nunca he dudado de la profesionalidad de este sector porque está claro que todos queremos hacer lo mejor posible nuestro trabajo, pero lo ocurrido en el encuentro ante el Hércules me ha hecho reflexionar. El pupilo de Mateu Lahoz, Vicandi Garrido no quiso interferir en el juego para lo bueno y para lo malo. Este tipo de arbitraje tiene muchos adeptos y otros tantos detractores, sobre gustos ya se sabe. El caso es, que mi indignación a lo grande se produjo cuando Leo Ulloa al término del partido explicaba la jugada. El delantero dijo que efectivamente el jugador del Hércules le agarró dentro del área y el colegiado vasco lo vio. Fue tan evidente que lo vio, que Ulloa se sorprendió cuando Vicandi Garrido le dijo a Mora que ya era el segundo agarrón, que estaba jugando con fuego. ¿Desde cuándo se advierte a un jugador para que no vuelva a cometer un penalti? ¿Cuándo son en contra del Almería los pitan y a favor les advierten? Me quedo a cuadros.

Del odio al amor...un paso

Es curioso. Cuando el otro día se lesionó Michel Jakobsen en Riazor pensé que se me venía el mundo encima. Es una forma exagerada de decirlo, pero lo cierto es que entre la derrota contundente ante el Depor y la lesión del central me iba a dar algo.
Justo lo estaba comentando con un compañero y éste me recordó cómo me iba a dar algo pero el año pasado, tras ver al danés en la alineación del Almería.

Lo reconozco, la cruz por mi parte la tenía echada pero es que nos dio razones de sobra para que no confiáramos en él. Sus actuaciones en Mallorca o Anoeta hacían rezar a más de uno cuando el bueno de Jako saltaba al campo. O cómo olvidar su magistral clase de Judo mandando a Martín Cáceres al hospital, aunque también hay que decir que el uruguayo desde entonces está inconmensurable.

Pues bien, la sorpresa de esta temporada está siendo Michael Jakobsen y el acierto de Lucas Alcaraz tras colocarlo como central. Es en esta posición donde el danés se siente cómodo y rinde al 100%. Otros futbolistas han experimentado esto mismo en su carrera. Defensas que pasan al centro del campo, extremos bajando al lateral, centrocampistas convertidos en centrales… Eliseu, Jordi Alba y Mascherano son algunos de los nombres que se exhiben cada jornada en sus nuevos puestos. Piqué y Sergio Ramos comenzaron sus carreras de mediocentro (Zaragoza) o central (Sevilla) respectivamente y si echamos la vista atrás recordamos cómo Luis Enrique, por urgencias de Benito Floro, pasó de delantero centro a lateral derecho. Otro ejemplo es el ex jugador del Dream Team Goikoetxea, al que Cruyff lo convirtió en lateral izquierdo durante un tiempo. Es la grandeza del fútbol. Recordar a jugadores que han hecho o harán historia al hablar de la lesión de nuestro humilde Michael Jacobsen.

Mini Mestalla

Bajo el sol del verano, sentada en la arena de la playa, mientras leo el periódico o un buen libro no puedo evitar colocar la antena para escuchar las conversaciones de mis vecinos de sombrilla. La semana antes a que de comienzo la liga, el tema estrella es el fútbol y como no, la Unión Deportiva Almería. Lucas Alcaraz ha sonado y resonado. En general no gustaba el granadino para ocupar el banquillo rojiblanco, los motivos: "sus equipos no hacen buen fútbol". Bien, al igual que en mis jornadas playeras, cuando estoy rondando por el Mediterráneo escucho en los corrillos. Han pasado tres meses, el equipo esta segundo a tres puntos del líder y el pasado sábado escucho a un señor decir que prefiere ver buen juego a sumar puntos. Supongo que la opinión de este aficionado no será mayoritaria y tampoco la voy a valorar, pero lo que sí me sorprende es que en el ambiente se palpa un descontento con el juego del Almería a pesar de los buenos resultados. Empiezo a pensar que somos como un pequeño Mestalla. Donde la gran mayoría se queja de Emery, cuando cada año obra el milagro de jugar Champions. La afición es tan crítica con el equipo que da la sensación que siempre está enfurruñada. Pues en el Mediterráneo ocurre lo mismo. Gane o pierda el equipo siempre hay un pero. Un pero porque el juego aburre, un pero porque cuando van ganando practican el amarrategui, otro pero porque siempre sufren para cerrar los partidos… ¿nadie ha pensado que un equipo humilde como el Almería está abocado al sufrimiento? Esto es fútbol, para lo bueno y lo malo. Repleto de sensaciones y sentimientos, todos ellos diferentes dependiendo de cada parroquia. En la nuestra se estila sufrir en cada encuentro pero también ilusionarse por regresar a primera con la misma fuerza que aquel equipo de Unai. Hagamos de ese padecimiento una ilusión.

Cuando el dueño del cortijo llama a la puerta

Todos recordamos el año pasado cuando en la cuarta jornada, donde el equipo perdió en casa ante el Levante, el presidente Alfonso García bajó a los vestuarios y posteriormente rajó de manera descomunal ante los medios en la zona mixta, diciendo abiertamente que no se trabajaba durante la semana de manera, a su parecer, correcta. Lo cierto es que a partir de ese momento el equipo nunca más levantó cabeza. Ni mucho menos estoy insinuando que el fracaso de la temporada pasada fuese responsabilidad del dueño del club, que puede hacer y deshacer lo que quiera que para eso pone la pasta. Se trata de demostrar que las cosas no funcionarán bien si no se demuestra confianza en lo que uno mismo ha creado. Es precisamente confianza lo que esta plantilla, tras perder seis puntos en el tiempo de añadido, necesita en estos momentos.

Cuando los fantasmas del pasado aparecen, las piernas se engarrotan y el balón quema. Ayer durante los minutos finales del encuentro ante Las Palmas, el esférico ardía como nunca y pasó lo que empezábamos a intuir. Con los ojos cerrados y cruzando los dedos sólo nos quedó escuchar el gol de Las Palmas. Dice Alfonso García que “cuando se defiende tan atrás te pueden marcar” y que “espera y desea que se estén tomando medidas para que esto no se repita más”, lleva toda la razón del mundo. Al Almería le cuesta cerrar los partidos, pero ya le ocurría el año pasado así que empiezo a pensar que es una cuestión psicológica.

Precisamente por eso, las palabras de Alfonso García no ayudan en nada al plantel. Él es el presidente del equipo, no un aficionado o periodista. Sus palabras tienen un valor añadido y resuenan en la cabeza de todos. Probablemente me equivoque pero no recuerdo ningún mensaje público, claro y contundente de apoyo al técnico de turno y al equipo en los momentos más complicados. Ese titular que diga: “creo en este equipo y creo en este entrenador”. Lo seguiremos esperando, no hay que perder la esperanza.